viernes, mayo 02, 2008

Desenmarañar

Un amor desaparecido, o más bien refugiado en sueños. Su reflejo marcó su vida anunciando una despedida en un único sueño, un mar de césped cálido que bailaba en forma de imágenes. Un velo ocultaba el rostro del reflejo. Se evitó el encuentro.

El miedo a ser mutilado que siente un niño como la lactancia de lo que será en un futuro la imagen de la muerte consolidada como proceso biológico permanente, le invadía sus entrañas. Sus primeras inspiraciones se asomaban a la actualidad recordándole el crecimiento vertical y sumatorio, y no horizontal, de su ser.

El reflejo es él. Lo consideraba parte de su cuerpo. Quizá por ello la existencia de esa preocupación a la pérdida de su integridad.


Luego sembró su amor disfrazado de semilla, para negar la estabilidad de la muerte. Así inicio la espera al nacimiento de las primeras flores que recompensaran su pérdida. Esperó sentado en la esperanza.

Un ogro visitaba sus preocupaciones, un ser malvado. Soplaba sufrimiento a ráfagas.


Se retiró silenciosamente a un aislamiento mental para evadir esas realidades y seleccionar las que le interesaban. Arrojó ríos que fueron a parar al mar eterno, a lo incesante y continuo, lo infinito… a la muerte misma. Allá donde todos mueren para renacer vestidos de sombras, en la inmensa oscuridad de las profundidades.

Ecos de gritos internos corrían bajo esas aguas azules, intentos de desahogo, de borrar la culpabilidad, lo imborrable.


Veía su amor recogido en un ovillo empapado, flotando paradójicamente en esas superficies bailantes.
Esperó sentado en la orilla el regreso de su querido para desenmarañar un nuevo amor. O quizá ese era el aspecto del nuevo sentimiento, un amor inmerso en la muerte, mar oculto en sueños.