sábado, julio 23, 2005

Esquizofrenia - Conexion con el otro mundo (2a parte)

Acudía a su único refugio seguro: los excitantes y sobrenaturales sonidos englobados bajo el término “música”. Las curiosas notas fluían de manantiales diversos: unas escapaban del incoloro rostro de un apacible piano; otras de los afligidos y melancólicos violines que invitan a viajar en su mundo; y los continuos abismales latidos que penetran en el alma conectando de forma amistosa con la armonía del corazón, bailando un mismo ritmo. Todo esto se resumía en Sigur Rós, grupo de música islandés cuyo nombre significa “Rosa de la Victoria”. Para él significaba la victoria, y por lo tanto adquisición del insuperable clímax. Placer y luminosidad hacia la otra dimensión.

Era como soñar despierto. Un sueño dominado por la serenidad absoluta, donde los personajes no son más que simples sonidos atractivos y cautivadores. Un orgásmico reposo inundado por la paz. Esta ataraxia calmaba todos los sentimientos perturbadores y las extensas aflicciones.

El calor de las velas se convirtió en un insignificante mensaje, dando prioridad a la llama que iluminaba sus entrañas. Sentía cómo su cuerpo reblandecía como la cera de las velas al morir. Toda materia se perdía en un cosmos desconocido. Los sentidos callaban para oír atentamente el silencio engendrado por aquella apacibilidad.

No sentía vértigo desde aquella cima del placer, pues permanecía bien sujeto a su propia confianza, por las fuerzas de aquellas extrañas entidades exteriores, que cada vez cobraban más identidad.

Nació un afecto hacia estas entes disfrazadas de diversos tonos. El cariño era mudo, fruto de la afasia surgida en estos sueños por el contacto con seres incomprensibles para la mente humana. Todo resultaba muy familiar.