sábado, julio 23, 2005

Catarsis



Vuelo en las vibraciones,
acaricio tu fervor.
El olor de la soledad
ahoga emociones.
Espíritus mudos gritan,
quiebran el tétrico silencio
tenebroso, eclipsado.
Hielo florece en mis entrañas
y quema la lluvia gris,
sumergida en un cielo infinito,
apacible, sereno.
Las melodías se esfuman,
guiadas por la armonía
surgida del vacío.
Sonidos insólitos
emanan de la irrealidad,
y diseñan eternas y bellas rosas.
La opaca conciencia
presenta el miedo,
oscuro, imperante,
enemigo de toda voluntad.
Deseos ciegos,
atados al único resplandor,
auriga del camino
iluminado por tristes sueños.
Siento la muerte,
confusa y dulce,
sombra de mi esencia.
Angustia callada,
tímida y aguda,
perfora mi extinguida alma
con espadas de amargura.
Mientras el canto de mis penas
refleja el sendero hacia mi tumba,
el seco aliento de rabia
ensancha mis heridas
que olvidan el dolor por un instante
del intermitente veneno.
Cuna del placer,
ámame, abrázame
con tus desvanecidos brazos
y crea una isla de felicidad profunda.
Elévame a tu cielo azul,
cúbreme con tu segura quietud.
No me des sangrientas alas
pues me extinguiré
en insignificantes lagos insípidos.
Préstame tu fantasmagórico océano
de espejismo perenne,
donde la muerte sea esclava
de mi sosegada conciencia
y la indiferencia de la Luna
sea mi espejo de vida.
Música, deja que tu sobrenatural viento
cataléptico me ame.