viernes, septiembre 16, 2005

Desfile en el cementerio

Barro su tierra,
sangre su lluvia...

Encarcelados en cápsulas, alimentados por mentiras desnutridas, yacen en la sala de espera del vacío. Fijan su cansada mirada en simples espejos empañados por el aliento de la manipulación, siéndoles imposible ver su propio reflejo... conocerse a si mismos. Hocicos cosidos, asesinan la palabra antes de que consiga nacer... ninguna imagen puede salir de las cuerdas vocales.

Placentas masacradas,
Sonríen...

Inactivos, siguen esperando... Al alzar la mirada, ven el arco iris en blanco y negro, los árboles desnudos, un cielo enladrillado... Cada noche, una estrella abandona su cuna, inmolándose en la atención de los presos... en vano. Infinitos intentos de mostrar una verdad lógica... Arrastrados a un puente quebrado, situado en el abismo de la indiferencia, sus labios se estiran, dominados por un temblor putrefacto, con el fin de dibujar una sonrisa forzada por señales cerebrales... un cerebro descuartizado. Cobardes, descartan cualquier movimiento maduro. El verdín de sus raíces ahoga su desocupada respiración, eliminando cualquier silueta que procure alzar la voz... Su materia empieza a fluir cual cera de una vela que admira su propio sepulcro...

Buscar el cielo aspirado,
pedir la horca.
Llorar, suicidarse en un mar...

Inmovilizados por ladridos temerosos, convertidos en una droga pusilánime... mueren.

Cerrar los ojos... soñar, la salvación.