sábado, abril 11, 2009

Taijin Kyofusho

Los cielos descienden,
se rinden ante la quietud.
Murmullos hacen vibrar el viento,
adormecen su inmovilidad.
Late un corazon bajo tierra,
los ecos tiñen los paisajes
de agridulces recuerdos,
que guardan la receta
de la desaparicion eterna.
Vectores oculares comparten caudal
con roce distante,
desembocando en el aislamiento,
mar de delirios.
Temor a la deformidad
inducida por la inercia de lo amado.
Experimento bipolar.
Bipolaridad que se repele,
reciprocamente.
Se destiñe lo uniforme,
difumina la corporeidad.
Se diluye la existencia,
oculta la presencia.

La visualidad de los sonidos se muestra, desvela su empatia, se entrega inocentemente a lo desconocido para caer en el mismo miedo al perjuicio o la molestia ajena.
Como puede algo tan puro sentirse culpable?

Si abrazasemos la musica como lo hace con nosotros...
Seria la intérprete de nuestras emociones.

Una incomodidad innata
destinada a buscar la perfeccion de la comodidad.
Camufla sus obsesiones
con compulsiones que mienten,
engañan su identidad.

Se sumerge en las profundidades de la propuesta redencion...